viernes, 16 de mayo de 2008

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No voy a empezar excusándome. O quizás sí.
No voy a ser condescendiente, entonces. Y voy a empezar por el final.
Terminado el día, y ante la propuesta de Graciela de “hacer sugerencias”, Gabi Muzzio propuso que en cada presentación “tratemos de plantear, o de contar, de donde surge la obra o al menos nuestra inquietud o nuestra idea al por qué de eso”.
Creo que la propuesta es contundente, y fundante. Por qué necesitamos conocer más al otro para “acercarnos a la obra”? por curiosidad? Por temor?
Me parece que la propuesta de gabi resume mucho de lo que se “esquivó” el año pasado, que es justamente el “ver la obra por sí misma”.
Pablo fue el primero en mostrarnos su trabajo. El primero del año.
Nos contaba sobre su trabajo como profesor de plástica en escuelas muy precarias, como todo su saber “académico del are” chocaba con la inmediatez de esos chicos, y justamente, qué hacer con un saber que resulta completamente inútil a la hora de querer interactuar. Nos mostró una serie de tres fotografías en blanco y negro de aulas de estas escuelas, vacías, las que intervino bordándoles personajes tomados de maestros del arte.










Quizás Pablo aquí si podía congeniar su idea de esos dos mundos tan contrapuestos –y que está bien que lo sean-, pero la forma misma –la prolijidad, la perfección de las figuras, la composición- creo yo que volvían a llevarlo a ese mismo lugar del que había partido: esos personajes agregados “siguen estando agregados”, siguen estando por fuera. El gesto más certero de toda la búsqueda de Pablo es, paradójicamente, el bordado: en esa incisión, en ese ataque a la foto, hay una voluntad de romper quizás con toda esa formalidad académica. Y aquí el gesto sí se transforma en verdadero.
Mauro intervino, a mi forma de ver, de manera muy precisa y clara: todo el relato de Pablo es perfecto, pero no lo vemos en las imágenes. No estamos hablando aquí de literalidad, sino de la forma que tiene esa idea de aparecer sin el “apunte del artista”.
“es más fuerte el discurso sobre la propia obra que la obra”, apunté yo. Uno puede perderse en la forma en que Pablo narra, lo hace magníficamente.
Será que las nuevas formas de aproximación tienen que ser así? Siento que cada vez más las imágenes necesitan el apoyo del texto.




Marcolina intervino distintas ventanas durante su estadía en la ciudad. su trabajo consiste en proyectar animaciones compuestas por luces y colores desde adentro de los edificios hacia fuera, utilizando las ventanas y las puertas como soporte. Como una caja mágica, la obra se ve desde afuera, ocultando su mecanismo.










Dejo de lado las cuestiones más “técnicas” y me detengo en algo que creo fundamental: ofrece un “espectáculo lúdico” y a su vez hace aparecer un elemento extraño a la vista de todos. Y a la vez que ella interfiere con ese elemento extraño, los espectadores casuales también intervienen en la obra. Cuando piensa el trabajo piensa desde un primer momento en la posición del espectador porque siempre está la posibilidad de que éste modifique la obra con su sombra. Cada ventana o puerta es entonces una historia y una posibilidad de espectador. Y esto conlleva, implícitamente, a la búsqueda de otro tipo de espectador. Esta es otra de las claves que venimos debatiendo en el taller, Mónica sobre todo. Y me parece que Marcolina, en esta búsqueda, está proponiendo un montón de posibilidades.

Marcolina siguió pensando en el espectador y preparó un guiso de lentejas increíble.






A la hora del almuerzo Ana presentó el libro final del proyecto “compilados situacionales”.
El libro es una reseña por escrito de algunos de los testigos del proyecto, iniciado el año pasado, y es el cierre del proceso colectivo de compilación “dirigido” por ella. Para esta última instancia, ella hizo pública la contraseña del wordpress-taller de compilación, entregando el proyecto compilados a quien quiera continuarlo.




Lo fundamental del planteo de ana es que ella propone la creación de plataformas para la circulación y la producción de distintas obras. Desde el fanzine “almacen de baratijas”, primero, y con compilados después, Ana demuestra que es posible el trabajo colectivo y la libre participación. En un “mundo” – el del arte- donde la presencia yoica tiene muchísimo peso, Ana está fundando una nueva forma “del proyectar”: son todos los que hacen el devenir de la obra. Los proyectos entonces son la excusa para la circulación, no solamente de la obra en sí, sino también de la búsqueda de afectividad, que es, en definitiva, parte fundante de la obra.

1 comentario:

LaFessel dijo...

Si las imágenes necesitan el apoyo del texto, entonces, ¿es que las imágenes no hablan?