lunes, 11 de agosto de 2008


“El alcance de los espacios construidos va mucho mas alla de sus estructuras visibles y funcionales.

Ellos son esencialmente maquinas de sentido de sensación, maquinas abstractas que pueden funcionar tanto en la direccion de un aplastamiento uniformizador cuanto en el de una resingularizacion libertadora de la subjetividad individual y colectiva”. Fe
lix Guattari.

gise dice: de acá parto.

De la arquitectura. Del potencial del espacio construido.

De lo colectivo.

Esa frase siempre me pareció potente en relación a la identificación de que un potencial, una característica objetual puede ser constructivo o destructivo, pero no indiferente.

Siempre me implico con el espacio construido desde un lugar de compromiso.

Me estimulo.

Desde ese lugar de la arquitectura, es que aún con todas las limitaciones que tengo, deseo poder “aportar modificar” un momento espacial en el espacio público.


Sé, que hay escalas de intervención intermedias que pueden permitírmelo, pero para mí, en lo personal, es importante creerle al oficio, y poder pararme desde ese lugar.




Digo: Gisela es arquitecta –o casi-, y su proyecto parte desde ese lugar, del casi, quizás.

La ciudad como un cuerpo, nos dice, la ciudad habitada por “identidades estereotipadas”, y entonces pensar en como producir encuentros en ese gran desencuentro que puede ser una ciudad. O mejor, como generar lugares –para los encuentros-.

Somos conscientes del avance de cierta “usurpación” del espacio público por parte de iniciativas privadas. Gise parte desde este punto: generar.

Su proyecto consiste entonces en crear “una serie de objetos”: mojones, señalizaciones de ese espacio publico que podemos utilizar, que nos es propio, aun en situaciones de uso conflictivas, entre lo publico y lo privado.

REAPROPIAR ese espacio (así con mayúsculas). Un reapropiar medio disfrazado porque, como bien sabemos, hay veces que hay que aprovechar herramientas conocidas y “de los otros” que puedan contribuir a nuestros fines. Esto se llama estrategia –de posibilidad-.

Porque esos espacios están ahí casi camuflados a nuestra vista. Si sumamos los ritmos cotidianos de las ciudades, que nos anestesian, más cierta “uniformidad” de códigos urbanos, se hace necesaria, quizás, esta señalización. Ella pensó estos mojones de una forma tal que permitan el “sentarse”, “pararse”, “apoyarse” como una interrupción de esa inercia nuestra, y una intersección con el espacio privado que brota como hongo.

Gise dice: Este año es la gestación del proyecto, de la idea, de la medida de la arquitectura.

El tiempo necesario para la reflexión de las relecturas, subjetivaciones colectivas, lo simbólico, la elaboración del lenguaje.

el año que viene, su gestión para realizarse.

(Inventando un lenguaje de la convivencia, y de la construcción)

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